Mucho ha llovido desde el primer iPhone. Corría el año 2017 cuando Apple lanzaba el producto que puso el mercado patas arriba. A decir verdad, Apple no fue la primera. Antes del iPhone ya existían terminales, las difuntas PDA y la ahora murimunda Blackberry, orientadas principalmente al sector empresarial y que te permitían acceder a Internet (con una experiencia de usuario pésima, las cosas como son) y tener email haya donde estuvieses, con aquellas redes 2G lentisimas.
Lo que sí hizo el iPhone fue redefinir el smartphone, sentando los pilares de lo que ahora son iOS y Android.
¿Que por qué 2017 es el año en el que el smartphone ha tocado techo? Solo hay que ver el nuevo Nokia 3310 para darse cuenta que el mercado se ha quedado sin ideas. Dicho sea de paso que el Nokia 3310 no es más que una acertada apuesta de marketing de Nokia para volver al ruedo.
Solo hay dos protagonistas: iOS y Android
Atrás quedaron sistemas operativos para móvil como WebOS o Android. O Windows Phone. Todos están muertos. Android es el nuevo Windows, el nuevo estándar de facto. Mientras tanto, el binomio iPhone/iOS queda en una posición provilegiada, con una cuota de mercado relativamente pequeña pero con unos ingresos y márgenes de beneficio enormes.
Y nada ni nadie va a robarles este monopolio. Que conste que monopolio no es necesariamente malo. El consumidor es soberano. Si los usuarios han decidido que iOS y Android estén donde estén por algo será.
Llegados a este punto ¿queda hueco para la innovación?
Sí. Pero será mínima y sutil. Por un lado. Olvídate de las gigantescas mejoras de los últimos años.
Las cámaras han dado un salto enorme. Ya nadie, salvo los fotógrafos profesionales, necesita una cámara de fotos.
¿Sensores de iris? Bienvenidos sean. Pero no supondrán una revolución.
¿Conexiones 5G? Geniales. Pero el 4G es lo suficiente bueno como para que el 5G suponga un salto cuantitativo.
¿Almacenamiento? El iPhone 7 Plus tiene nada menos que 256GB. El doble, por cierto, que mi MacBook Air.
Los smartphones ya han sustituido al PC y al Mac. Salvo ciertas profesiones, el usuario medio ya no necesita un PC. Le basta y le sobra con su smartphone de 5 ó 6 pulgadas.
Desde mi punto de vista, lo más relevante es el ecosistema creado alrededor del smartphone. Tienes aplicaciones para todo. Absolutamente todo.
Qué nos espera en el futuro
El tamaño de la diagonal parece que más o menos ha encontrado su tamaño óptimo. Algunos los prefieren del entorno de las 4 pulgadas, otros un poco más grandes, 5-6 pulgadas. Sí, estas dimensiones han matado a las tablets.
Las UX junto con el uso de los dedos en la pantalla táctil (que por cierto, es completamente natural para nuestro cerebro) han conseguido que un smartphone sea más fácil e intuitivo de utilizar que un sistema de escritorio. ¿Abra margen de mejora en este sentido? Más bien cuantitativo que cualitativo.
El gran punto a mejorar? Las baterías. Tecnológicamente es complicado. Es el cuello de botella de cualquier smartphone. Baterías que duren un mes. Con eso es con lo que soñamos todos.
En cualquier caso el futuro es aburrido en cuanto a smartphones se refiere. Seguirán mejorando.
Pero no esperes que sea tan revolucionario ni tan emocionante como lo ha sido la última década.